El vivo vive del bobo
Hace poco me robaron mi celular. Caminaba sola por una calle de Bogotá llena de vigilantes, parejas enamoradas y seguridad simbólica. Mientras dialogaba por el aparato, el mejor de su clase que he tenido hasta el momento, un reciclador se acercó súbitamente y me arrebató mi Nokia 5130 de las manos. Corrí asustada hasta el apartamento de un amigo que vive cerca al lugar de los hechos y al entrar, lloré mientras narraba mi mala experiencia. El escenario no podría ser mas fatídico y propicio para que esto ocurriera, por lo que ustedes concluirán que fui víctima porque “di papaya”. Así es, yo y solo yo fui la culpable de la maldita inseguridad que azota al país y por eso, no debo usar mi teléfono móvil en la calle sino en establecimientos cerrados donde seguramente ya hay teléfono fijo. Gracias a la inseguridad, yo soy la culpable de los robos que otros ME hacen porque ellos, los ladrones, son quienes ponen las reglas de las pertenencias que tengo derecho a seguir teniendo entre mis man