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Mostrando entradas de mayo, 2013

La ciudad inmóvil

Hace un par de días mi papá vino de visita a Bogotá, capital de Colombia y mi lugar actual de residencia. Por cuestiones de trabajo se vio obligado a permanecer más tiempo del programado y al partir, se sentía aliviado de volver a Barranquilla, su hogar desde hace más de 20 años. “Bogotá es una ciudad depresiva, ¿Has visto la cara de las personas en los buses, en la calle? Van con sueño, con tristeza, con rabia. No sé como haces para vivir aquí”. Mi papá tiene razón. Si hay algo triste en la existencia de cualquier bogotano, se trata del transporte: público, privado, en cicla, en burro o a pie, no hay nada reconfortante en tener que desplazarse en una ciudad cuyas vías presentan una lucha sangrienta entre todos sus habitantes. Nada, ni el carro más caro ni la hora más desierta, garantizan un viaje placentero en una urbe diseñada para deprimir a sus habitantes. Desde hace más de dos años, cuando estaba recién llegada a esta ciudad noté lo trascendental que era el movilizarse p