Efímero

Todo en esta vida es efímero. La felicidad desenfrenada, la tristeza infinita, las circunstancias difíciles, los amigos, la familia, el trabajo, la casa, los bienes raíces, la gordura, la flacura, la belleza.
Por estos días, la repentina muerte de la madre de una amiga y lo triste de este suceso me ha puesto a pensar. No solo en lo frágil que es la vida, sino en lo rápido que pasan las cosas y en el poco tiempo que tenemos para digerirlas.

Parece que fue ayer cuando llegué a Bogotá, en el 2008 y que fue ayer aún cuando partí hacia Francia, en el 2014. Parece que fue ayer cuando regresé y ya van casi 6 meses en los que aún no me hallo, en los que me siento descuadrada y extranjera en un país al que dejé de acostumbrarme. Si, ya está, volveré a la costumbre de todo aquello que me gusta y aquello que me disgusta, pero mientras eso ocurre los minutos parecen eternos.

Todo en esta vida es efímero y todo lo que pasa, sigue pasando y luego sencillamente deja de pasar. Así siempre ha sido y así siempre será. Por eso, cuando me siento triste o en medio de circunstancias no tan placenteras, me recuerdo a mí misma la frase de Heráclito "Nadie se baña dos veces en el mismo río". Yo ya no soy la misma del 2008, ni la del 2014 ni menos la del 2016. De mí no sé que queda, pero sé que lo que quedaba ya se fue, y pasó a otro escenario más escueto aún: el de los recuerdos.

Quizás el amor es de las pocas cosas que son efímeras. No porque subsista para siempre, como en las idealistas telenovelas mexicanas, sino porque es lo único que nos mantiene a flote, luchando día a día por la escurridiza felicidad. Porque en el amor verdadero, de nuestra familia y de nuestros amigos, encontramos el único sustento para hacerle frente a aquello que nos cuesta.

De la historia de mi amiga les puedo contar que fue finalmente el amor lo que la tiene ahora más sabia y tranquila que nunca. Y de su historia todos podemos aprender, especialmente yo, que en medio de los problemas efímeros siento que me ahogo en un océano, cuando solo se trata de un minúsculo escupitajo del cielo.

Todo pasa, nada queda. Todo se va. Todo lo que debe volver, vuelve. Y a donde deba volver, volveré y donde deba estar, estaré.

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