Gerencia errática corporativa

¿Cree usted que ser mal jefe es una tarea fácil? Pues déjeme decirle que está muy equivocado. Aunque muchos crean que subestimar y desmotivar a un equipo de trabajo es tarea sencilla, lograda a partir de insultos, desorden, indirectas e inmadurez, en realidad requiere un poco más de esfuerzo, canalizado totalmente hacia la fibra psicológica de cada uno de sus empleados. A continuación, daré algunos consejos prácticos para tener presente a la hora de realizar una gerencia errática corporativa, lejos de los clichés del bienestar organizacional y cerca del contexto dictatorial de algunas naciones.

El jefe, su egocentrismo y su ego
El mal jefe debe actuar como si fuera el centro del mundo y se creyera la última Coca-Cola del desierto. Se despreocupa totalmente de los efectos y consecuencias que sus acciones tengan en los demás, por eso, el tiempo y el espacio es un lugar donde solo existen sus propios movimientos. Un mal jefe con bajo autoestima difícilmente logrará hacer sentir los efectos devastadores de su tiranía laboral. Por lo tanto, recuerde centrar todas sus reuniones, misiones y funciones alrededor de sus propias reflexiones y opiniones. Destaque siempre que pueda su experiencia y sus ideas sobre los demás. Lo que nos lleva al siguiente punto.

Las ideas malas son suyas. Sus ideas buenas son mías.
Un mal jefe siempre piensa en todo lo bueno y abandona a su suerte a todo empleado que haya tenido una idea que no funcionó como se planeaba, incluso si fue de su propia autoría. El tirano laboral en la posición de líder tiene como función principal apropiarse de las mejores ideas de su equipo y robar su autoría. Asimismo, no asumir responsabilidad por los fracasos sino solo por los triunfos es esencial para mantenerse a flote en el mundo corporativo y construir una reputación laboral sólida, casi sin ningún esfuerzo.

Soy de palo, soy de palo, tengo orejas de pescado
Un mal jefe solo se escucha a si mismo y a su bello reflejo en el espejo. Las opiniones e inquietudes de su equipo de trabajo van acompañadas de un mensaje indiferente al mejor estilo del peor call center del país. "Su llamada es muy importante para nosotros", mientras usted vira los ojos hacia su celular o hacia la pared en blanco más próxima. 

No digo la verdad, ni siquiera cuando miento
Los malos jefes nunca dicen la verdad. La verdad se hizo para tontos, así que usted llene a sus empleados de promesas vacías y palabras insulsas para tenerlos constantemente bajo su poder. No importa si en la entrevista de trabajo habla de salarios que no podrá cumplir o si inclusive en su sitio web corporativo lista más empleados de los que su empresa realmente tiene, lo importante es aparentar esa imagen de prestigio para atraer personal interesante para dominar, absorber y pisotear. Asimismo, la confianza es un sustantivo que poco o nada debe verse en ambiente laboral. Desconfíe de sus empleados y trátelos como mentirosos, porque al fin y al cabo, el ladrón juzga por su condición.

Trate a los demás como una pila de basura
¿Hola? ¿Buenos días? ¿Por favor? ¿Gracias? ¡Nada que ver! Olvídese de toda cortesía o actitud civilizada que le hayan enseñado en el colegio y haga sentir a cualquiera de su equipo como una suela de zapato. Pisotee a todo el que salga a su paso, y haga llorar a toda hombre, mujer y niño que tenga a su alrededor. Use cualquier dato personal en contra de quien lo ataque: género, edad, raza, estado civil, entre otros aspectos, forman parte del arsenal que lo hará debilitar la moral de toda su oficina en un parpadeo. Nadie quiere empleados alegres ni motivados, son un estorbo para el poder.

Este post es evidentemente, una enorme muestra de sarcasmo basada en una desagradable experiencia laboral que tuve como practicante en una minúscula agencia digital francesa. Aunque en Colombia conté con mucha suerte por tener jefes maravillosos, en este caso me tocó un digno representante de la gerencia errática corporativa. Sin embargo, estos personajes están en todos los países y abundan en todos los sectores. Su naturaleza jamás cambiará a algo medianamente cercano a la gerencia humana. Por lo tanto, la única recomendación es huir. Nada desmotiva más de un trabajo que un mal jefe, pero estos singulares ejemplares no han entendido eso. Pobres de ellos. 


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