La gente que llega y la gente que se va

Estudiar en el exterior implica tener un ritmo diferente en tus relaciones interpersonales. Es muy fácil, en la mayoría de los casos, conocer gente nueva, pasa casi que a diario. Al mismo tiempo y dependiendo de la personalidad de cada quien, se genera un enlace rápidamente. Cualquier característica en común es válida para crear un nuevo vínculo que se fortalece más rápido que tomarse un shot de tequila: idioma, nacionalidad, beca por la que llegaron, materia que más odian, signo zodiacal, etc, son sólo algunos ejemplos que ayudan a que dicho vínculo nazca y se fortalezca.

Pero, así como el vínculo se forma rápidamente, se deshace a la misma velocidad, debido a la amplia movilidad que existen en estos escenarios. Todos llegan de distintos países y todos, en algún punto, deben seguir su camino hacia donde sea que vayan: de regreso a la patria o hacia otros horizontes internacionales.

Es una felicidad infinita encontrar un nuevo amigo y ver cómo la confianza se vuelve más fuertes y las interacciones son cada vez más cercanas, divertidas y estrechas. Pero al mismo tiempo, me genera un poco de nostalgia saber que muy posiblemente, los días de esa amistad están contados. No hay otro remedio que disfrutar el presente: es lo único que realmente tenemos. Lo demás es solo una ilusión óptica.

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